GUÍA DE LOS ALFARES DE ESPAÑA (1.971-1.973)
NATACHA SESEÑA
WULF KÖPKE
RÜDIGER VOSSEN
Madrid 1975. Editora Nacional
Los años 70 en España fueron unos años de reconocimiento para la cerámica. Sobre todo de aquella de tradición artesanal, que se había mantenido a lo largo del tiempo de forma discreta en los hogares humildes. Objetos habitualmente sencillos, funcionales la mayoría, de producción limitada, con modelos repetidos a lo largo de generaciones, llenos de ingenuidad y a la vez de sabiduría que daba el oficio pasado de padres a hijos.
Este breve momento de esplendor coincide sin embargo con su decadencia, provocado por su inminente desaparición.
El tiempo en el que artistas plásticos habían utilizado el material cerámico para sus obras, en un afán de aproximar el arte al pueblo al hacerlo más accesible había dado sus frutos. La cerámica volvía al lugar que le correspondía en la jerarquía del arte. Pero esta intervención no fue suficiente ya que los principios que motivaban la producción de la cerámica popular estaban a punto de extinguir. Los cambios en la forma de vida, la emigración a las ciudades con el abandono de lo rural, y la incipiente industrialización con la que no era posible competir, dejaría marginados a los alfares tradicionales españoles. Sólo nostálgicos, amantes de la cerámica y coleccionistas, darán una tregua a estos singulares objetos hechos con las manos.
En ese rescate cobran importancia las numerosas publicaciones que se suceden sobre cerámica popular, tanto estudios de distinta índole acerca de estas producciones, como guías que hacen un censo de alfares existentes en ese momento como de los que ya sólo quedaba el recuerdo.
Este libro es un ejemplo del último caso, que como reza en el colofón es “testimonio de urgencia de la alfarería española todavía viva, si bien su futuro se presenta incierto y pesimista”. Y añade “El material que se incluye es una pequeña parte de todos los datos recogidos en un exhaustivo trabajo de campo realizado con un planteamiento científico”. La autoría se debe a Rüdiger Vossen, director del equipo, uno de los mejores ceramólogos europeos de ese momento y autor de otros trabajos científicos sobre alfarería española; Natacha Seseña cuya tesis doctoral “La cerámica popular en Castilla la Nueva” la acabaría convirtiendo en una autoridad en la materia; y Wulf Köpke autor de “Alfarería femenina en España”.
Esta publicación que hoy mostramos aquí es un pequeño homenaje a Natacha Seseña, fallecida recientemente y que dedicó gran parte de sus esfuerzos a esa recuperación y merecido reconocimiento de la cerámica popular española. También quiero hacer extensivo este homenaje a todas aquellas personas, muy especialmente a mi madre que hoy tampoco está entre nosotros, que de forma generosa han hecho que valore estos objetos cerámicos de forma excepcional.
Mª Eugenia Alonso Santos.
